Coronaciones, coronaciones, coronaciones... Las coronaciones y Sevilla siempre han tenido una relación algo peculiar. Mientras toda la cristiandad celebra las coronaciones con total normalidad y cualquier Virgen con una
devoción aceptable (no hace falta mover multitudes) es coronada, en Sevilla, una coronación canónica es un evento de gran importancia y que se viene acogiendo a un pensamiento tremendamente conservador que opina que la Coronación debe seguir unos requisitos muy restrictivos y sólo deben optar a tal galardón imágenes muy señeras en nuestra ciudad.
devoción aceptable (no hace falta mover multitudes) es coronada, en Sevilla, una coronación canónica es un evento de gran importancia y que se viene acogiendo a un pensamiento tremendamente conservador que opina que la Coronación debe seguir unos requisitos muy restrictivos y sólo deben optar a tal galardón imágenes muy señeras en nuestra ciudad.
Llama la atención el contraste entre imágenes de otras diócesis como puede ser la Virgen de San Nicolás en Sudamérica, que sin ser una gran devoción , ha sido varias veces coronada canónicamente (SI, VARIAS VECES) y la situación de la diócesis de Sevilla con respecto a este tema con imágenes de una devoción mucho mayor y que no pueden presumir de este distintivo.
Pero bueno, señores , somos sevillanos y como tales tenemos que evaluar las coronaciones tal y como se vive en nuestra ciudad. He de decir que para dar mi opinión voy a partir desde el principio de que toda imagen de la Santísima Virgen por el simple hecho de haber sido bendecida tiene derecho a ser coronada porque, gracias a Dios en esta ciudad pocas son las Vírgenes que estando bendecidas no tienen devoción.
Comienzo dando mi opinión sobre una de las coronaciones más polémicas de los últimos años, que es la próxima: la Coronación Canónica de la Virgen del Carmen del Santo Ángel. En mi opinión creo que esta coronación ha seguido el guión de esas coronaciones a las que he hecho referencia y que son más típicas de otras diócesis. Se trata de una coronación que, lejos de significar un hecho extraordinario para la ciudad, es un evento más de un año jubilar, en este caso el Año Jubilar Teresiano.
También tengo que hablar de la próxima coronación de la Paz, en la que me muestro totalmente a favor, no porque piense que sea una de las grandes devociones de nuestra ciudad sino porque como toda imagen de María, debe ser coronada. Sé que por este comentario se me echará a los leones porque todos sabemos lo que significa la Paz para los cofrades: el inicio del Domingo de Ramos, pero es así.
También es bueno que opine sobre las llamadas "coronaciones sociales" como mucha gente las llama y que son del tipo de la Virgen de la Palma del Buen Fin por el centro de estimulación precoz. He de decir que la Caridad es una virtud cristiana y que todos los cristianos debemos practicarla.
Hay mucha gente que considera que una labor social no debe de ser compensada con una coronación pero , si tú tienes una hermandad con voluntad de coronar a una Virgen, por la que se profesa una notable devoción y además todo ésto se ve acompañado por una fuerte labor social yo pienso que la coronación la tiene ganada porque esto significa que dicha imagen sirve de inspiración a un grupo de creyentes católicos a trabajar la Caridad con mucha mayor fuerza. Esto sólo puede ser obra de Dios y esa imagen dería ser alzada por los humanos como Madre de Dios y por tanto Coronada. Es lo que siempre defiendo cuando escucho a 4 criticonas hablando de la solicitud de Coronación Canónica de María Santísima del Dulce Nombre en sus Dolores y Compasión: la que sabéis que es mi principal devoción.
No digo que mi Virgen tire más que la Esperanza de Triana, la Esperanza Macarena, la Encarnación de San Benito, la Virgen de las Angustias de los Gitanos o cualquier Virgen coronada en Sevilla, pero sí digo que tiene una gran devoción. Devoción que cualquiera ha podido ver físicamente si se ha desplazado a su besamanos, a su procesión en septiembre, o el mismo Viernes de Dolores. Si encima de esta más que notable devoción encontramos en la Hermandad del Dulce Nombre de Bellavista una labor social tan grande como el sustento de un comedor social que da todos los días de comer a más de doscientas personas con un presupuesto tan escaso, llamadme burro pero es un caso que pide a voces una Coronación.
Claro que tal y como está Sevilla de cofrades de ayer por la tarde que se aferran al concepto de "lo rancio" (vaya papeleta que nos ha tocado al mundo cofrade con esta gente...) y lo demás para ellos es basura, de niños de papá que solo son cofrades cuando hay que ponerse traje y asentar el culo en una sillita en la calle Sierpes y personas ignorantes ¿¡Que ca..pirotes queremos!?
La realidad es que tenemos un mundo cofrade envenenado. Es duro pero cierto. Un mundo donde se ha sustituido el amor por las cofradías y la importancia del fundamento religioso (OBVIAMENTE) por un trasiego de "cofrades" pateando pa' ver lo bien que anda un paso o pa' beber aprovechando que esta Hdad pasa por las "setas" (ENCARNACIÓN SEÑORES, ENCARNACIÓN)...
Con esta gente es imposible vivir nuestra Semana Santa en paz y ya si nos referimos a eventos Extraordinarios como... No hablemos porque el caso es que ya se meten hasta en vertir opiniones sobre lo que no entienden, no saben, o peor, creen saber (y lo peor es que suelen ser las opiniones mas dañinas). Me gustaría a mí saber cuántas personas de las que se esconden tras cuentas cofrades en las redes sociales van los domingos a misa...
En definitiva OS ASEGURO que cualquier coronación que Sevilla espere de aquí en adelante va a ser criticada, sea o no sea justa o merecida. Es el precio a pagar por hacer de nuestra Semana Mayor y todo lo que la concierne un parque de atracciones...
Mi opinión: la encargada de decidir si una hermandad está preparada para una Coronación debe ser la misma hermandad y Palacio, el humilde servidor que oficie la ceremonia. Y acabemos con las criticas y las opiniones, muchas veces venenosas, que se vierten sobre aspectos que sinceramente, no nos importan (y si nos importan, nos aguantamos).
Antonio Rubén González Arellano.
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