domingo, 23 de agosto de 2015

El cristo de la cárcel.

La guerra civil en Sevilla fue un acontecimiento catastrófico para el mundo de las cofradías y para la Iglesia, tanto es así  que hubo años en el periodo de la guerra que no procesionó ninguna hermandad
sevillana pero como ya sabemos los cofrades, la
Semana Santa ha salido de crisis y situaciones peores como pasó en ese siglo tan desconocido para los cofrades como fue el siglo XVIII con el cambio de mentalidad de la sociedad totalmente contrario al antiguo régimen que fue llamado como el periodo de la Ilustración, el cual, tenía un pensamiento distinto al de la Iglesia y también, al igual que en la guerra civil, se dejó de procesionar en algunos años. En Sevilla, en la guerra civil ocurrieron en el mundo de las cofradías hechos impactantes para la historia y uno de ellos fue protagonizado por la hermandad de Jesús Despojado de sus Vestiduras fundada en 1938 en la Parroquia de San Marcos residiendo en sus primeros años en la Capilla de los Servitas anexa a dicha parroquia, cuyo Hermano Mayor fue don José Laborde. Esta Hermandad empezó a rendir culto a unas imágenes que ya estaban en la Parroquia de San Marcos y que fueron destruidas por el incendio que se originó el 18 de julio de 1936. Estas primitivas imágenes eran un Sagrado Corazón atribuido a Hita del Castillo y una Dolorosa anónima de final del siglo XVII. Lo más curioso de esta historia lo protagoniza la hermandad y un imaginero llamado Antonio Perea Sánchez nacido en 1911 en San Marcos. Cuando llega el tiempo de la guerra civil, en el año 1936, este imaginero estuvo implicado en las revueltas de la guerra civil de tal forma que fue
condenado a prisión por colaborar con las tropas del general Gonzalo Queipo de Llano. Ya en prisión le ofrecen un cuarto amplio para que pase el tiempo haciendo lo que a el le gustaba, el arte. Cuando llegó el año 1938, la hermandad de Jesús Despojado, contacta con Antonio Perea, más concretamente habla con el Hermano Mayor que era de familia de extrema derecha y le dice que quiere que de sus manos salga su Cristo Despojado. Antonio Perea se puso manos a la obra pero no encontraba la perfección de la obra y encima la hermandad le metía prisas por acabar pronto. Entonces, Antonio se decidió en inspirarse para su obra en el espolio del Greco pero paso un acontecimiento en aquella cárcel que se quedó plasmado para el propio imaginero y para Sevilla en el futuro, sería el día que Antonio vió con sus propios ojos como mataban a su compañero de celda llamado Juan de Dios. Fue tanta la angustia de este que plasmó el rostro de dolor de su compañero en su cristo para Sevilla. En el año 1939 llega la imagen a la hermandad de Jesús Despojado saliendo a la calle por primera vez con imágenes secundaria de José Sanjuán en el año 1941 un Domingo de Ramos desde Los Terceros porque el paso no cabía por la puerta de la capilla de los Servitas. Posteriormente, cuando ya estaba la hermandad en San Bartolomé, la hermana de Juan de Dios (compañero de celda de Antonio Pera) al ver al cristo se echó a llorar exclamando que era su hermano Juan de Dios. Desde
entonces se piensa que a Juan de Dios no se le quitó la vida en aquella cárcel, quizás, porque sus vestiduras la siguen despojando cada Domingo de Ramos.


Miguel Ángel Gilarte.

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